Título: Sin título Género: Manchas sobre papel Dimensiones: 108 papeles de 15 x 21 cm Materiales: Papel y semen Breve descripción: Esta serie de papeles está compuesta por 108 hojas que reúnen los restos de semen recolectados en mi última relación de pareja (2015-2020). El registro, iniciado el 24 de enero de 2015 fue perdiendo constancia y quedando en olvido. Cinco años después, en pleno distanciamiento debido a la pandemia y al desgaste de la relación, vuelvo a revisar los papeles para encontrar en las manchas, arrugas y fisuras, algunas fisuras que me ayuden a entender las fugas de las emociones de los primeros años.
La obra de Paolo Herrera es a primera vista sencilla. Monocromáticamente aparenta discreta y reservada. Hojas de papel blanco tamaño mediano configuradas en cuadrícula no delatan mucho. A cierta distancia las manchas blanquecinas tirando a amarillentas pasan desapercibidas. La obra parece pedir un acercamiento inicial. A cambio ofrece un inesperado exceso de información.
El primer indicio de este intercambio es el número de hojas exhibidas. Hacemos un cálculo rápido de tantas columnas por tantas filas: 108. Este número se enciende en nuestras colectivas mentes, guiando la obra a un contexto histórico-contemporáneo local específico que todxs reconocemos. Con este pedazo de información contemplamos la obra con otra mirada.
Se trata de una obra socio-política y, a la vez, intensamente íntima; dos aspectos de nuestro día a día que están entrelazados de mil maneras, evidentemente para algunxs más que para otrxs. Para Herrera es palpable donde su intimidad y privacidad hacen cortocircuito con las políticas reaccionarias de nuestra sociedad (se podría decir: ésta "entra en corto" frente a expresiones disidentes de amor y sexo). Quizás no sea su intención principal ofrecer una obra política – es un hecho inescapable por su identidad sexual. Una obra de esta naturaleza de un artista no hétero-normativo siempre atrae lecturas de política y activismo en una sociedad intolerante, donde su existir es resistir. Sin embargo, es imposible ignorar ese número: 108. Esto identifica un consciente posicionamiento político contra la persecución estatal-policial de la comunidad LGBTQI.
Esta lectura contextual crea un cierto distanciamiento para con la obra, ya que nos lleva a considerar al artista como integrante de una minoría y de un movimiento. Herrera acorta esa distancia invitándonos a ser testigxs de su vida íntima.
La obra es un registro de la relación amorosa entre Herrera y su pareja más reciente, del 2015 al 2020. Es un calendario pasional y obituario emocional. La elección de semen como material es un recurso directo – no da rodeos a los tabúes de su temática: sexo, homosexualidad y derivados fluidos corporales.
La obra también es un autorretrato erótico, uno que no emplea figuración ni representa el cuerpo humano. Este detalle la asemeja a obras como “Everyone I Have Ever Slept With 1963-1995” de Tracey Emin. Herrera, al igual que Emin, retrata intimidad sexual y, es importante notar, algo más sutil. Retrata la intimidad entre dos personas que cambia, pierde intensidad y se desvanece. Retrata dolor y distanciamiento. La fecha aciaga de este registro es un filtro a través del cual miramos toda la obra, como si la relación hubiera estado inevitablemente condenada desde un principio.
Finalmente, es imposible ignorar cómo coincide el final de la relación con este año tumultuoso. Este detalle nos acerca aún más al estado emotivo del artista. Este año ha puesto a prueba nuestras relaciones interpersonales. La crisis de salud, la cuarentena y el distanciamiento social nos ha afectado adversamente a todxs. Aquí, como en todo el mundo, las tasas de divorcios, abandono familiar y abuso doméstico han incrementado singularmente. Por este motivo la obra adopta una identidad adicional: es retrato de nuestra cuarentena, de nuestros proyectos iniciados y abruptamente cesados, de normalidades sesgadas y de pérdida.