Título: Empanadas esotéricas Género: Instalación, objeto Dimensiones: Variable Materiales: Porcelana fría, pintura, platos enlozados Breve descripción: Esta serie está ideada para instalación. Es un proyecto resultado de meditar sobre la coyuntura entre el arte, el gusto, el poder y la consumición. El vehículo metafórico de esta meditación es una comida popular y barata: la empanada. Es ubicua en las calles y comúnmente asociada con comida rápida - un terererupa, un almuerzo obrero. El arte contemporáneo se estratifica de similar manera a la comida. Las intervenciones en forma de ojos y bocas sobre las empanadas hacen referencia a una antropofagia cultural presente en nuestro arte contemporáneo que divide, categoriza, jerarquiza, comodifica y consume. El buen (o mal) gusto en la comida, como el arte, es una extensión de hegemonía cultural; refleja las ideologías e intereses de las clases más empoderadas.
Pensamientos erráticos mientras como empanadas: Me llegaron las empanadas esotéricas, estaban servidas ya en el plato, servidas así me pareció tener delante un rostro, algunas con ojos que miraban fijo, trajeron de relleno algo que decirme, la curiosidad se sienta conmigo a la mesa. Un encuentro casual entre desconocidos se vivencia, en ocasiones, como una empanada que sacia el hambre que te asalta en la calle. Estas son esotéricas y pienso, antes de probarla: ¿qué empanada no lo es? las empanadas esconden rellenos, esos rellenos esconden orígenes, esos orígenes esconden mano de obra, la mano de obra esconde enunciaciones, las enunciaciones tal vez no escondan nada, por el contrario, existen porque desnudan.
Interrumpo estas ideas, miro a las empanadas, elijo una, doy el primer bocado, ¿qué sabor es este?, mastico, la paseo por mi boca, recuerdo el primer capítulo de un libro que se titula Cultura: ¿un concepto reaccionario? entonces, voy reconociendo el argumento, poder y consumición,hegemonías y gustos, se abre la caja de resonancia, las viejas preguntas se presentan al banquete ¿Qué o quién es el arte hoy, dónde está el arte ahora mismo, dónde vive, a quiénes vive, con quienes conversa, de qué habla, de qué hablaríamos, nos caeríamos bien? ¿por qué me refiero al arte como si fuese solo uno? ¿Cómo llegué a estas preguntas? Antes de dar el segundo bocado la miro, los ojos parecían salirse de la superficie, las bocas y los dientes parecen que quieren probarme a mí. Por un momento, no sé quién comeversará a quién, yo me la como y ella entra a mi cuerpo a recordarme que un territorio de enunciados me pide acudir al banquete.
Doy el segundo bocado y pienso: empanadas hay en todas partes, hay fábricas de empanadas, hay empanadas con y sin marca, de variados sabores, precio y calidad, cocidas para el arrepentirte o para redimirte de culpa por dejarla pasar, las empanadas se mastican en la vorágine del tiempo, están ahí expuestas en vidrieras de luz caliente, escondiendo su contenido, cubriendo una ficción diminuta de saciedad. Pienso en el catering de las inauguraciones, en el catering de grandes conciertos, en Morrisey comiéndose una empanada, en Bronco, en el Papa, en el músico de jahe´o haciendo una pausa en el copetín, pidiendo dos con pancito. ¿Porque no sabemos sus nombres?
Es el casi último bocado, estoy llegando a la punta, me gustan las empanadas con picante y de masa casera, me gustan fritas o al horno dependiendo del relleno, tener escrúpulos alimenticios me hace evitar comerlas fuera de casa pero no quiero hablar de mis gustos. El gusto, es un sentido ciego construido desde los otros, incapaz de reconocerse dependiente, estas empanadas me entraron por los ojos, pero el gusto me dijo cómo enunciarlas. El plato está vacío, terminaron las empanadas, me siento llena. La masa está buena, ¿cómo será que la hicieron? No la masa que consume, sino la que consumimos. Todo es subjetivo.