Título: El Tapabocas Género: Objeto Dimensiones: Variable Materiales: Retazos de tela Breve descripción: Tapar :Del lat. occultāre. 1 - Esconder, tapar, disfrazar, encubrir a la vista. 2 - Callar advertidamente lo que se pudiera o debiera decir, o disfrazar la verdad. Intervenir el tapabocas en esta pandemia me llevó a coser y armar con pliegues y volados de restos de telas recicladas, reflexionando y atendiendo ese silencio cómplice de las autoridades o de las mismas trabajadoras en fábricas textiles clandestinas de mi barrio. Esconder… Todos nos escondimos del Covid-19, cerramos nuestras puertas, nuestras casas… Hasta nuestro corazón acallamos y nos tapamos para salir, una máscara que esconde nuestros miedos, nuestras miserias, nuestras expresiones y nuestras alegrías.
En la obra, Liliana trabaja el barbijo como elemento de censura, idea proveniente del nombre que se da comúnmente en Latinoamérica como “tapaboca”.
La obra está hecha con pliegues y bordados de retazos de telas recicladas, acción que llevó a la artista a pensar en los distintos tipos de silencios y denuncias, aquellas cosas que la sociedad tiende a ceder a la censura, para el bien o para el mal.
Tan pronto como se estableció la cuarentena obligatoria en el país, en el mes de marzo, y luego de ver cómo el gobierno instituyó los términos del aislamiento y del acatamiento de las distintas fases, siempre con un tono autoritario y marcial, generando paranoia y miedo, incentivadas por la prensa sensacionalista en la sociedad, y ante el auge de autoritarismos en la región durante esta pandemia del COVID-19, pudimos ver que aquello nunca se fue; esa eficaz herramienta del régimen totalitario, el silencio, ha sido la mejor fórmula para vivir sin problemas ante semejante situación.
En el país, la relaciones de las instituciones con la dictadura y la censura han llegado a ser estrechas y duraderas. Hay un conocimiento de la ciudadanía sobre ello, pero no pensaron que la censura llegaría a cumplir otra función más dañina e irreparable en las generaciones siguientes. No se limitaba a dificultar la libre circulación y al cuestionamiento de ideas, sino que impedía su nacimiento. Así es como hasta ahora, y tal vez por algún tiempo, gran parte de la población calla voluntariamente, pudiendo haberse manifestado sin mayores problemas.
La artista reflexiona, a través del proceso de su obra, sobre la censura como una barrera sanitaria que nos separa del mundo libre.
Otro tipo de silencio que se encuentra en el material de la obra es el trabajo de las mujeres en los talleres textiles clandestinos, donde la invisibilidad, la desigualdad y la explotación se hallan en un solo espacio.
Los talleres textiles clandestinos trabajan para marcas que los subcontratan, pues la mano de obra es más barata, pero las condiciones de trabajo son terribles. La mano de obra, en su mayoría, son mujeres de niveles socioeconómicos bajos, que suelen ser reclutadas o son ellas mismas quienes deciden acceder, con la promesa de una vida mejor. Las jornadas de trabajo de 12 horas diarias y 72 horas semanales, incluso, con prohibición expresa de unirse a algún sindicato o de denunciar el incumplimiento de derechos laborales, son solo algunas de las condiciones a las que se someten estas mujeres, teniendo en cuenta la desigualdad de oportunidades laborales y la inequidad económica debido al género.
Es la explotación laboral tan solo uno de los tantos problemas que enfrentan las mujeres. En términos comunes, se dice que hay explotación laboral cuando se paga una cantidad inferior al valor del producto por parte del propietario a los empleados. Sin embargo, este silencio que se manifiesta me obliga a pensar que el asunto va más allá del simple pago por el servicio, como la completa vulneración hacia las mujeres y la violencia de género, predominantes en las políticas, las instituciones y los discursos que blanquean el sistema patriarcal que se manifiesta de muchas y sutiles formas.
No creo, ni en este final de siglo ni después, que la censura vaya a desaparecer, lo mismo con el patriarcado. Cambiará de rostro, se disfrazará de otras cosas, pero estará ahí, atenta a lo que hacemos, controlando nuestra creación y presta a cercenar si se transgrede lo establecido o a comprar nuestra voluntad para que cambiemos de discurso. No solo deberíamos admitirlo, hay que hacerle frente, aún sabiendo que nuestras fuerzas no bastan para abolirla definitivamente.