Título: Evisceración Género: Objeto, instalación Dimensiones: Dimensiones variadas: 9 x 6 cm – 10 x 5 cm – 4 x 2 cm Materiales: Gasa, algodón y tintes Breve descripción: Evisceración según la medicina sería salida de las vísceras abdominales a través de los bordes de la incisión de una laparotomía, provocada por alteraciones del proceso de cicatrización. A lo largo de la cuarentena realicé estas piezas simulando corazones o vísceras, como un proceso ritual de curación, en reemplazo de una escritura que realizaba para mi desahogo ante la ansiedad, teniendo noción de los velos de sufrimiento para así mantener una estabilidad. Aun así la poética del cuerpo deja salir pedazos de uno mismo.
Evisceración [1]: Hurgando en casa ajena (y en la mía)
¡Los cirujanos tienen que ser muyprudentes al tomar el cuchillo! Debajo de sus finas incisionespalpita el culpable -¡la vida! Emily Dickinson
Hace algunos meses, antes de imaginar que pasaríamos encerradxs en confinamiento, -ni siquiera sabía el significado de “confinamiento”- recuerdo un domingo al sol en el parque con mi amiga Ana Ivanova, leyendo La enfermedad y sus metáforas. El Sida y sus metáfora, de Susan Sontag -Nos preocupaba el dengue, recuerdo-. En ese ensayo, la autora reflexiona en cómo las metáforas de las enfermedades construyen prejuicios, fobias y miedos que dificultan su comprensión y, a veces, su cura.
Enero era la vida, febrero el miedo, marzo el encierro... y entre la ansiedad con sabor a metal y el distanciamiento con olor a uno mismo, me iba acostumbrando a los días de incertidumbre dejando al tiempo construir sus metáforas.
Rascaba. Primero la piel, tan fuerte que me hacía heridas, luego la tierra, con la que sospechosamente fui hurgando en mi pecho hasta encontrar otras heridas más profundas, algunas que no habían cicatrizado muy bien. Con mucho cuidado, fui sacando hilo por hilo, en una improvisada exploración.
Hace algunas semanas, Sandra Dinnendahl me enfrenta a la obra Evisceración de Leticia Alvarenga. Una serie de objetos realizados con gasa, algodón, hilos y tinta; piezas que dan forma a vísceras, pequeños corazones e intestinos… Conocía el interés de Leti en abrir los “interiores”. Hace unos años, en una pequeña habitación nos abrió un montón de corazones para enseñarnos de qué estaban hechos, de que estaban heridos[2]. Pero me emocionó descubrir esta versión Frankensteinca de Leticia.
Es tan absurdo que llamemos “menudencia” de “menudo” a las tripas, siendo ellas las metáforas de nuestras emociones, cuando quien más quien menos guarda heridas entreabiertas, si es que acaso no somos personas rotas. En cambio, las menudencias que nos presenta Leticia, son pequeños cuerpos arropados en gasa, cocidos delicadamente con hilos y agujas en un acto que pareciera buscar alguna cura, sanar un dolor.
En este ritual de sanación, Leticia revisa las heridas que no cicatrizaron. La piel coraza evidencia nuestra presencia en el mundo, pero ella no ha cicatrizado, los hilos han cedido y dejan entrever el interior que busca salirse de sus márgenes. En El cuerpo herido. Algunas notas sobre poesía y enfermedad, Denise León afirma que “toda enfermedad, toda herida, es una transgresión de las fronteras del espacio corporal, más o menos dolorosa y más o menos profunda, que “abre” el espacio clausurado del cuerpo.[3] La evisceración es el desgarro, da certeza de la relación entre el sujeto y el mundo, que se rompen en la experiencia de dolor. Divid Le Bretón en Antropología del dolor afirma que éste, junto con la muerte, es la experiencia humana mejor compartida. Violencia nacida en el propio centro del individuo, su presencia lo desgarra, lo postra, lo disuelve en el abismo que abre en su interior o lo aplasta con el presentimiento de una inmediatez privada de toda perspectiva.[4]
Reabrir la herida implica hacerse cargo. Diagnóstico / Incisión / Corte / Extirpación / Sutura. No se puede pensar en la obra de Leti sin las manos que la hacen. La artista como médico ensaya la experiencia y la memoria en un acto de curación o resiliencia poética. Separa cada uno de los órganos en un envoltorio de gasa que lo protege y lo sacraliza.
Con esta serie se puede entender un significado colectivo del dolor y los rituales de sanación, como recursos simbólicos que nos permiten seguir siendo dueños de nuestro destino y hacernos cargo de nuestros sufrimientos, enfermedades y miedos. De alguna manera Leti me ubica en un lugar de cierta calma, para poder seguir hurgando dentro.
[1] En medicina. Complicación posquirúrgica provocada por la salida de las vísceras abdominales a través de los bordes de la incisión de una laparotomía, debido a alteraciones del proceso de cicatrización.
[2]Interiores. Instalación de Leticia Alvarenga. Centro Cultural de España Juan de Salazar, Asunción, 2012.
[3] León, Denise; El cuerpo herido: Algunas notas sobre poesía y enfermedad; Universidad Nacional de Tucumán. Facultad de Filosofía y Letras. Instituto Interdisciplinario de Estudios Latinoamericanos; Telar; 2016; Pág 53.
[4] Le Breton, David; Antropología del dolor; Primera Edición, 1999; Pág 133.