Título: Sol de desayuno (José/César/Fernando) Género: Fotografía de paisaje Dimensiones: 80 x 37,8 cm / 4724 x 2233 pxs Materiales: Fotografía tomada a través de la aplicación Huji Cam, desde un celular Huawei P30 lite. Modelo MAR-LX3A Breve descripción: El aislamiento desobedecido. Cita con chicos del Grindr (app para encontrar sexo casual). El borde del beso, del cuerpo. Este virus nuevo saluda al más temido. Entre nosotros no sabemos. El riesgo. Llegan, nos besamos, nos rozamos, nos fundimos… terminamos. Mirar la tarde desde la habitación con olor a muchacho. Eso queda. Esperar luna sin espinas, después sol de desayuno. Fechas de encuentros: José 15 de abril/César 21 de abril/ Fernando 8 de mayo (2020) Otros detalles: Sol de desayuno, frase tomada del poema sin título de María Esther Zaracho del libro "Esto no es una postal" (Asunción, 2016).
Se habla de un deceso. Sé que fue el momento en que el miedo vio a la Parca. Ese miedo que nos trajo la enfermedad importada. Pero tengo mis dudas... El autor dijo sin decir que se trata del post mortem de lo que llaman la pequeña muerte (valga la redundancia). Me incita a pensarlo diciendo, "Es un después como ese amanecer que ves tras bailar toda la noche." Pero les cuento algo, mi convivencia con la obra fue diferente; igualmente involucra un nacimiento y una muerte. Primero hizo una jugarreta. ¡Pícara ella! Les digo esto porque no llegó, entonces reclamé a la intermediaria, ella se disculpó conmigo asumiendo una culpabilidad que no le correspondía, yo sé que la obra manipuló al destino para que no la vea, se escondió entre unas letras para aferrarse a su autor cuán niño que no quiere entrar al jardín el primer día. Igualmente fue tomada por "esedele" y la dejó en mi puerta. La obra no sabía que su padre ya la había lanzado del nido. Luego pasó que llegó a mí, y ahí no la noté, pasaron unos días para supiera que ya me pertenecía. Estaba gestándose nuestra convivencia, supongo yo, fue una especie de embarazo sorpresa. Ya estaba allí, en la dulce espera la obra y de repente sentí las contracciones. Nació el encuentro. La vi La conocí Me llegó con ella el prospecto pero preferí no verlo. La vi otra vez , vivimos y convivimos. Hasta el mal de barco nos agarró, nos peleamos también. Volví al principio, finalmente el recetario abrí. Ella no era mía, comprendí. Surgieron varias preguntas hasta que caí en cuenta: ¡Era yo! ¡Me lo decía todo el tiempo! Eduardo, el autor, me entregó un pedazo de intimidad y me convirtió en partícipe de ese momento post mortem del que hablé al principio. Soy YO la que está allí ahora, observando ese amanecer en la cama.
Pero hoy se acabó. Recuerdan que dije: involucra una muerte también. La convivencia con ella feneció cuando la entendí. Ahora vuelve a su hogar, con un trozo de mí. Me genera tristeza y Cala en mí la pregunta: ¿Volveremos a vernos alguna vez?