Descripción: Formato: regular Duración: 5 horas Materiales: acrilico sobre lienzo 50x80 cm
Texto reflexión de Wolfgang Krauch
“La pintura procura evocar nuestra admiración hacia aquello que normalmente no vemos…” Blaise Pascal
Omnibus - om - ni - bus - Ommmmni - bbbbbus - OmniOmniOmni - OVNIbus - (repetir x3 en diálogo interior)
(Leer como si fuera un pensamiento que surge al estar en una línea 27 a las 8:30pm, mirando la ruta por la ventanilla, luego de haber cruzado el mercado de San Lorenzo)
Trans-portar los colores, las normas de conocimiento, la política social, las formas humanas. Transportar al cuerpo. Transportar una realidad a una pintura.
Dónde termina un cuerpo y comienza otro? Dos cuerpos no pueden estar en el mismo espacio al mismo tiempo, esto lo dice la física. También nos habla, en forma de leyes, de la gravedad, el coeficiente de fricción y la energía desperdiciada al aplicar la unidad de medida del trabajo. Todas estas leyes se rompen en la realidad del sistema de transporte público. Sistema perverso y no público. Ante este organismo devorador, el habitante de la urbe y su periferia no tiene otra opción que enfrentar el proceso digestivo de la línea 27, 12, 37b, o fuera de horario, la clandestinidad de un bondi fantasma. Este proceso no es simétrico ni simbiótico, siendo que el anfitrión es el parásito, nutriéndose de las energías y necesidades de quien quiera cambiar la ubicación de su existencia. Este proceso ruge, mutila, ensordece, maldice, acelera atropella choca frena chirría y escupe humo y agua de charcos mientras los cuerpos son deformados y los huesos re-acomodados… Sólo las luces rojas son capaces de calmar al sistema por unos segundos, donde la velocidad necesita descansar la respiración monóxida del acelerador, para callar los rugidos y que un canto cercano al lamento emerja de entre los asientos de plástico y las gotas de sudor suspendidas en el aire. Un canto casi… a veces no es la voz de una criatura, sino una voz definida, casi sin quiebres, a veces, acompañada con una guitarra, al fondo, muy muy al fondo, en esa última hilera, donde nos sentamos tratando de no aparentar estar ante la pared de fusilamiento.