Descripción: Intervención digital de bordado de líneas, simulando líneas de renglones de un cuaderno en el que la escritura provoque márgenes de movimiento, una reacción al espacio que contenga a las palabras, irrupción y desobediencia a la línea recta, movimiento que busquen aproximarse entre líneas, donde el distanciamiento entre una y otra invite a lo inevitable: el contacto. Reflejar el reverso del bordado como multiplicación simbólica, como espejo de lo que habita fuera del margen de costura. La obra fue elaborada inspirada en la temática de la convocatoria.
Texto reflexión de Luis Ocampos Pompa
Inevitable contacto Comentario sobre la obra Margen de costura, de Rebeca Benítez Sosa
La obra de Benítez nos invita a repensar los renglones de un cuaderno en cuanto método para ordenar la caligrafía de un texto escrito. Las líneas rectas han sido alteradas para aumentar el tamaño de los espacios que contendrán las palabras, dándoles mayor campo de acción para expresarse en diferentes tamaños y formas. Este gesto, además, adquiere otros significados cuando la artista, en lugar de trabajar con el papel, utiliza un lienzo para tejer sobre el los renglones.
Benítez ve el tejido como una superficie de inscripción donde diferentes tramas pueden encontrarse, del mismo modo que en el acto de la escritura. Al proyectar el revés del bordado, mostrando las costuras de los hilos, la artista acusa las posibilidades de desbordar el margen. Como ondas que se extienden sobre el agua, los espacios vacíos revelan el peso de las palabras. Las líneas de sus continentes provisorios, de manera inevitable, entran en contacto unas con otras. La obra Margen de costura se desarrolla en torno a los límites difusos entre texto, tejido e imagen. A Benítez le interesa lo que se pueda observar entre líneas, como también las chances de encuentros que puedan surgir de esos intersticios. Para ella, la palabra tiene la potencialidad de conducir afectos, de desbordar nuestros márgenes al urdir en nuestras sensibilidades distintos relatos. Tal vez se deba a la diversidad de pulsos con los que cada costura, cada palabra escrita, se inscribe en nosotros.