Descripción: Formato: Fotografía Materiales: Impresiones intervenidas Año: 2021 La obra surge de la necesidad de poder dialogar con el cuerpo y la representación del corazón como parte separada del mismo. Volver al pecho, reunir dos márgenes del cuerpo que suelo trabajar por separado, en un acto de enmendarse no como una idea de una ausencia, sino de devolver lo representado a su origen que sería mi propio cuerpo. El resultado es una imagen que revela un acto íntimo y delicado, donde se muestra lo invisible, lo que se esconde detrás de la piel, el corazón y lo existencial. El proceso de la obra fue hecho en tres revelados, donde se intervino cada capa sobre capa, siendo la última el bordado de todas las imágenes.
Texto reflexión de Chantal Meza
El remiendo poético
Volver al pecho de Leticia Alvarenga
A dónde pertenece el corazón? Qué es el cuerpo? Y dónde se localizan cosas como el dolor, pero primordialmente eso que se llama amor?
A lo largo del tiempo la humanidad se ha encontrado reflexionando a través del Arte la extrañeza del cuerpo humano, pero sobre todo lo abstracto e intocable de los sentidos. Creer que los órganos son el depósito individual de nuestras emociones tal vez no se encuentre tan alejado de la realidad, podemos pensar aquí en ‘El Hospital Henry Ford’ de Frida Kahlo en la cual podemos observar los órganos expuestos y unidos a través del cordón de la vida, y aunque en esta pintura Frida nos guía hacia el aborto y la soledad de su dolor, en ‘Volver al pecho’ la maternidad ha sido transgredida, el cuerpo no se encuentra así expuesto, al contrario, nos indica que puede ser cualquier cuerpo, un no-genero, porque se trata de ir mas allá, entender que la luz es de todos.
Sabernos humanos y no máquinas asambladas cumpliendo funciones es parte de la complejidad de la vida misma. Afortunadamente estamos alejados de esa mecanicidad, y Leticia Alvarenga nos detiene con su obra a re-imaginar nuestra espiritualidad, a sabernos no medicos, a observarnos en la soledad del remiendo de nuestras acciones y encontrarnos con el otro en un acto de Resistencia, no de Resiliencia, porque la vida no es un aceptar el todo, el cuerpo, la mente y los sentidos no son del mundo para arrebatar, no somos los esclavos que aceptan lo impuesto, si no humanos que crean, que se tejen en conjunto y al verse incompletos se buscan y resisten con dignidad. Es un acto poético el volver al centro; con estas palabras Leticia nos está describiendo el arte de la vida.
En su obra no hay sangre expuesta, solo el remiendo del corazón a la piel, ajustarlo con precisión en el esternón y no a la izquierda del pecho nos hace pensar que el ‘orden de las cosas’ no es lo que importa cuando se trata del sentir. Porque tal vez nos toca a nosotros encontrar la razón, el lugar preciso.
Posiblemente en este punto comenzaremos a recordar ciertas imágenes como ‘La anatomía del corazón’ por Enrique Simonet, ‘La clínica brutal’ de Thomas Cowperthwait o la más clásica ‘La clase de anatomía’ de Rembrandt. Nuestra lista podría ser interminable, sin duda la exploración en el Arte acerca de los límites de la materialidad del cuerpo son inmensos, pero la mirada íntima de ‘Volver al pecho’ es lo que la distingue, no estamos en una sala llena de científicos o doctores diseccionando y analizando el cuerpo, estamos frente a la intimidad de un Ser humano que explora sus órganos, que no entiende de ciencia, solo siente y sabe dónde y como tocar, explora, infringe dolor o sana, conecta con lo inmaterial, pero no solo eso si no que es un acto de control, no uno brutal y analítico, si no uno de certeza de saberse segura en su firmeza por vivir.