Lxs residentes incluyeron 7 integrantes del grupo de lectura decolonial que fue precedente de la Residencia Flotante (Andre Rolon, Cecilia Avati, Leticia Alvarenga, James Muriel, Mayeli Villalba, Sandra Dinnendahl López y Violeta Acuña) y un documentalista (Cristian Palacios). Este último cupo fue a pedido específico de Simone Herdrich, quien propuso la idea de crear un registro para un futuro documental.
Nuestro viaje inició el sábado 18 de noviembre en la Terminal de Ómnibus de Asunción. Tomamos La Santaniana de las 11:30 hs y nos bajamos frente a la plaza Agustín Pinedo de Concepción a alrededor de las 19:00 hs. Esa misma noche, en la Mansión Irigoyen, comenzamos nuestro itinerario de charlas, encuentros y visitas. En el transcurso de nuestra estadía, hablamos con Elías Rodríguez, José Argüello, Jorge Coronel (tres jóvenes actores y gestores culturales), Mónica Mareco (Secretaria de Turismo), Porfirio Báez (Jefe de Gabinete de la Municipalidad), Teófilo Medina (autor e historiador), Angelo Fernández (Administrador del Cementerio), con lugareñxs curiosxs que nos paraban en la calle y con Concepción al Día (medio de prensa local). Dimos una presentación de nuestras trayectorias e intereses el domingo 19 en la Casa de la Cultura. Nos hospedamos en el hotel Apyra’y, frente a la Municipalidad, y nos movilizamos casi exclusivamente a pie, cosa insólita en una ciudad tan moto-dependiente como Concepción (y carente de transporte público). La última noche antes de partir, Andre brindó la primera de varias performances sonoras en una fuente vacía de la plaza de la Municipalidad.
El martes 21 de noviembre Mónica nos llevó (en dos tandas) a un embarcadero retirado, donde el barco Aquidabán subió a sus pasajeros. A causa de la bajada del río Paraguay, el barco no pudo parar en el puerto de la ciudad. Subimos al barco a las 11:00 hs y arribamos a Puerto Casado a las 15:00 hs del día siguiente. Fueron 28 horas largas de tránsito lento, a contracorriente, con temperaturas que excedieron los 40 grados. Cada quien se refugió del calor como pudo. El viento en proa era el alivio más constante en el barco. El único intervalo de frescura se dio a las tres de la madrugada, bajo una luna creciente. Ni bien amaneció, el sol redobló su agobio.
El miércoles 22 de noviembre, una vez en Puerto Casado (con algunos percances de hospedaje de por medio) comenzamos nuestro itinerario de recorridos con Fabio Leite (Director) en Victoria Timbers S.A., la ex fábrica Carlos Casado. Hablamos con Laura Díaz (profesora del Colegio Juana María de Lara) y sus estudiantes, Raúl “Ñeko” Lagraña (ex intendente y activista de la Comisión Pro-Tierra), Padre Martín, con el artista Rodolfo “Filro,” con Juana y Julio de la empanadería Ña Leko y otrxs lugareñxs interesadxs en nuestra presencia.
Tres residentes partieron de Puerto Casado el viernes 24 de noviembre y lxs restantes cinco nos quedamos hasta el sábado 25. A las 23:00 hs nos subimos al Aquidabán y desembarcamos en Concepción el domingo 26 a las 16:00 hs. El viaje de retorno fue distinto; a mitad de nuestra residencia, las primeras lluvias chaqueñas en seis meses bajaron la temperatura 10 grados. Navegamos con viento en popa en apenas 17 horas.
Una vez en Concepción, luego de unas duchas indispensables, retornamos al sitio donde iniciamos la residencia - la Mansión Irigoyen - para culminar con una cena y reflexión grupal. Hablamos de nuestras experiencias y sensaciones, de sentirnos extranjerxs y extrañxs en nuestro propio país, del distanciamiento psicoafectivo de nuestras identidades, de un desapego de las especificidades de nuestras cotidianas luchas y resistencias, de cuánto reflexionamos o de cuánto no lo pudimos hacer aún. Consideramos las dinámicas interpersonales que mudaron dentro del grupo. Explorar territorios extraños y sabernos extrañxs en esos territorios, entre locales, fueron agentes catalizadores para generar cambios en y entre nosotrxs. Aún así, este proceso de transformación - de generar y profundizar colectividad, de devenir tribu y no meramente agrupación - requiere no solo contexto sino tiempos. Alcanzamos el precipicio de esta transformación. Avistamos posibilidades latentes. Flotamos, mas sin calar profundidades.
Hablamos también referente a estrategias y logísticas. Mencionamos algunos detalles que pudieron haber hecho la residencia más transitable. Cuestionamos la eficacia o relevancia de un proyecto artístico-cultural frente a carencias básicas de diseño urbano, transporte público, tenencia territorial, acceso a salud y educación. ¿Qué estábamos haciendo? ¿Qué queríamos lograr? ¿Y por qué? Hablamos del cansancio, el esfuerzo, las inclemencias del tiempo, las condiciones de adversidad y la dificultad de resolver comidas. Y conversamos sobre la inmensurable y grata sorpresa de hallar tanta apertura en Concepción y Puerto Casado. La generosidad espontánea fue una constante durante la residencia. En más de una ocasión habíamos recibido favores de lxs lugareñxs: caronas, comida y contactos. Descubrimos en ambas comunidades amplia receptividad a nuestra investigación y preguntas, muchas ganas de compartir vivencias y opiniones, y una expectativa de seguimiento de lxs lugareñxs hacia nosotrxs que pesa en nuestros pensamientos. A pesar de las dudas iniciales que habíamos tenido sobre nuestro ocupar territorios ajenos dentro del marco de un proyecto con temática decolonial, y a través de florecientes inquietudes, reconocimos una difusa sensación: el hacer algo significativo, inclusive importante, posiblemente urgente.
Ese domingo 26 de noviembre a las 23:00 hs viajamos con La Santaniana a la Terminal de Ómnibus de Asunción. Llegamos con el amanecer del lunes 27.
Fotos de: Cristian Palacios, James Muriel y Sandra Dinnendahl López