Descripción: Fotografía blanco y negro, toma directa. Buenos Aires. Diciembre 2020
Texto reflexión de Paula Doberti
Espectros que habitan ¿Quién podría tolerar tanta opresión, sudando, gimiendo bajo el peso de una vida molesta si no fuese que el temor de que existe alguna cosa más allá de la Muerte (aquel país desconocido de cuyos límites ningún caminante torna) nos embaraza en dudas y nos hace sufrir los males que nos cercan; antes que ir a buscar otros de que no tenemos seguro conocimiento? Shakespeare. Hamlet, príncipe de Dinamarca (1603).
Cuando Enrique Espínola salió a la calle por primera vez en plena Pandemia, se encontró con una intervención que fotografió para preservarla del paso del tiempo en ausencia de miradas que pudieran contemplarla y de manos que lograran transformarla. Decidió registrarla en blanco y negro y mostrarla de manera fragmentada, transformando el contexto y dándole un encuadre personal que pone en cuestión el concepto de obra efímera y el lugar de la autoría.
La intervención se puede ver todavía (aunque más desvaída) en una esquina céntrica de Buenos Aires, en donde funcionaba un bar que permanece cerrado. Sobre sus muros de acceso fueron colocadas fotos de figuras humanas en tamaño natural, que anónimamente se rasgaron en sutil decollage pandémico. La imagen es el registro del vestigio, de la ausencia, del detenimiento. Es una foto fechada y situada.
Lo que vemos son rastros de lo que fue. Podemos leer a estos espectros desde Derrida, pensando que habitan asediando, es decir, estando en un lugar sin ocuparlo. Deberíamos “aprender a vivir con los fantasmas, así éstos nunca estén presentes como tal, así éstos no existan, así no sean”.
Los espectros parecen haber escuchado a Mark Fischer y su proclama de hauntología apocalíptica: “Cuando el presente ha renunciado al futuro, debemos escuchar las reliquias del futuro en las potencialidades no activadas del pasado”. Están allí, deseando un futuro que no tendrá lugar.
Al mismo tiempo hay algo del perderse en la ciudad benjaminiano en esta captura urbana, como un modo de pensar un camino de la (post)historia, como una reflexión situada -en campo expandido- del capitalismo estallado. ¿Será una manera de ver la enajenación social del espacio-tiempo impuesto por las relaciones sociales y estructurales pandémicas?
Los negocios cerrados en tantas ciudades expresan un mundo que ha desbordado y no logra recuperar la vieja “normalidad”. Allí, diría Fischer, “lo fantasmal se transmite desde las ruinas de los mundos perdidos”. Ya nada queda de la posibilidad de pasear despreocupadamente. Los espectros guardan la memoria de lo que no pudo ser, del colapso que detuvo el futuro. Derrida nos diría que debemos “pensar lo que no es, pensar en lo que existe pero a su manera”. Registrar lo que acontece mientras en apariencia nada se mueve puede ser en sí mismo un acto de resistencia. Dejar constancia de una intervención urbana es una alternativa, no frente a “lo que ya no es” sino desde “lo que todavía no es”. Cómo será volver a las calles es algo que ni los espectros saben. Pero es probable que cuando eso ocurra aún estén allí, esperándonos.