Título: Deseappme/ Olvidappme (el juego de la memoria)
Descripción: Formato: 16 tarjetas de cartulina (120 gr) 9 x 6 cm. Concepto: Deseappme/ olvidappme (el juego de la memoria) REGLAS del JUEGO: A. Número de jugadores: 2 B. Procedimiento: 1. Al principio de la partida, las 16 cartas están boca abajo. Las mismas contienen, por un lado fragmento de la síntesis de una llama y por el otro, imágenes extraídas de los perfiles de Grindr (aplicación geosocial de citas íntimas destinada a gays, trans y bisexuales). Se escogieron perfiles que presentan imágenes que se alejan de lo corpóreo y "nudes" y las fotos de desnudos parciales o totales enviadas en esta aplicación. Se enciende el deseo, el misterio para pasar a lo explícito, cambio rotundo de estado, de márgenes. La llama es uno de los tipos de "tap" o toque que brinda esta red social. 2. Empieza el jugador n°1 volteando dos cartas para empezar a buscar las coincidencias. Si las cartas no son iguales, cede el turno al jugador n°2. 3. El jugador n°2 repite la acción. Si las cartas no coinciden, cede el turno al jugador n°1. (Si un pasivo logró coincidir con un activo hay coincidencia, aquellos "versátiles" se encuentran en la zona de dudas) 4. Cuando se descubran dos cartas iguales, el jugador tiene derecho a otra jugada. (Hay gente con auto y sin lugar, y viceversa, algunos invitan marihuana, otros piden hacerlo con cuero o lencería) 5. Gana quién haya encontrado mayor cantidad de coincidencias. (Quién no quiere ser tildado de homosexual tiene algunas ventajas gracias a las herramientas que brinda esta app) Se recomienda jugar a prenda, así la intimidad virtual se traslada al juego. ¡¡¡QUE GANE EL QUE MEJOR SE ESCONDE!!!
Texto reflexión de Alejandra Ditta
Desappme/Olvidappme a primera vista puede ser juzgado como un juego provocador, misterioso e ideal para encender el deseo e intriga entre dos jugadores que deciden iniciar una partida, en la cual se retan a romper sus límites. Sin embargo, esta obra en la que se combina la fotografía de partes del cuerpo con imágenes, que pueden ser consideradas sugestivas, de la naturaleza y de objetos, divididas en 16 tarjetas, y ocultas detrás de la misma parte de una llama, contiene toda una simbología de encuentros y desencuentros, lo que puede incitar a la reflexión sobre la manera cómo las personas se muestran ante los demás, teniendo en cuenta la forma en que quieren ser percibidos y lo que quieren obtener del otro.
Si bien la llama de color amarillo es uno de los tipos de "tap" o toque que brinda la red social Grindr, puede significar el entusiasmo o excitación que causa la idea de poder pasar los márgenes y descubrir lo que oculta el otro en su intimidad, por ser tabú en la cotidianidad, tomando el riesgo de tener que revelar lo que nosotros también ocultamos. El reto, entonces, consiste en arriesgarnos a perder parte de control sobre lo que encubrimos, para ganar eso que queremos conocer del otro.
Cuando nos atrevemos a quitarnos las mascaras y aceptamos lo que somos, primero frente a nosotros mismos, y luego frente a los demás, podemos coincidir con aquellos con los que mejor nos acoplamos, como si fuésemos piezas de un mismo rompecabezas. Mientras que siempre habrá dudas frente aquellos que no son capaces de verse a sí mismos y, por ende, mostrarse ante el otro. Pero ¿será que es verdaderamente cierta la capacidad de identificarnos o definirnos de una manera u otra? ¿Ese proceso es realmente dicotómico o es en escala donde las difuminaciones son aceptables? ¿Se puede tener certeza sobre lo que somos y la manera en que nos compenetramos con el otro o estamos todos en zona de dudas? En el juego Desappme/Olvidappme, cuando un jugador descubre dos cartas iguales, tiene derecho a otra jugada. En la vida, cuando coincidimos en algo con el otro, solemos asumir el riesgo de revelar otro aspecto de nosotros, cada vez más íntimo, para probar si el otro hará lo mismo y si en esas revelaciones volveremos a coincidir o nos separaremos. En ambos, gana quien descubra el mayor número de coincidencias, pero en la vida siempre existe la posibilidad de usar máscaras, verdades a medias, mentiras y engaños para conseguir del otro lo que queremos. No obstante, ¿realmente gana, el que mejor se esconde? ¿No vale la pena romper los márgenes y descubrirnos ante el otro con nuestras certezas, dudas y difuminaciones? Algo en lo que sí coincido con el juego, es que es mejor jugar a desnudarnos poco a poco, sin prisas, porque al final la intimidad es como nuestro tesoro.